jueves, 26 de enero de 2006

LA ULTIMA NOCHE QUE PASE CONTIGO


Hoy terminé de escribir la página número catorce del guión que se llamá LA ULTIMA NOCHE QUE PASÉ CONTIGO, esta historia cada día me sorprende más, primero porque la busqué por mucho tiempo, queria contar una historia en Cuba, porque estuve en la isla una vez y no logro quitármela de la cabeza.

Un tarde escuchando un disco sonó la voz de Omara Portuondo que decía... la última noche que pasé contigo, quisera olvidarla pero no he podido... y me imagine mi última noche en La Habana, que tiene su historia, no precisamente de amor, pero si frente al malecón decidiendo una nueva vida, igual que la protagonista de este guión que ahora escribo, ella se llama Rosa María Rivero Alvarez, el nombre se lo pedí prestado a una tía mía, porque debo confesarles que yo escribo de prestado, un poco de aqui, otro de allá,un mucho de mi, lo que resulta es que en cada historia transformo la que es mi realidad.

Yo soy esa tal Rosa María de mi guión, muchas veces lo he sido, yo también sé lo que es cruzar el mar para ir por lo que uno cree que es el amor. En fin, que yo seguiré escribiendo, cuando lo tenga listo se los voy a decir, por lo pronto, aqui les adelanto un poco del inicio de mi historia.

FADE IN

1 / INT-EXT / CIUDAD DE MÉXICO / NOCHE
La noche comienza como siempre, el cielo se oscurece, las luces de los autos se encienden para iluminar las calles repletas de ellos, los anuncios de los negocios también resplandecen con los colores neón. La GENTE emprende la huida, algunos regresan a sus casas, otros apenas se encaminan al trabajo, hay quienes van a divertirse, pero hay algo que los une, todos van, a algún lado, pero van. Entre la gente que va de un lado a otro aparece ROSA MARÍA, sale de una plaza, camina con prisa y con pequeños pasos, se distingue de entre todos porque va vestida de blanco, con uniforme de enfermera, medias blancas, zapatos de goma y un suéter color verde que nos hace pensar que trabaja en alguna clínica del seguro social. Su bolsa de piel color negro esta terciada de su brazo y con las manos se la lleva al frente, al pecho y camina mirando para todos lados, si alguien de toda esta gente le pusiera más atención pensaría que va huyendo. Rosa María tiene casi cincuenta años y el cabello oscuro gracias a los tintes, su cuerpo es delgado o al menos así se ve, pues su silueta esta cubierta por ese uniforme de enfermera que a algunos les podría parecer excitante, su rostro es inexpresivo, solo la mirada a uno y otro lado nos dice que algo le pasa, es una mujer inmersa en una gran ciudad, camina por las calles, se mete al metro, mira con ansiedad cuantas estaciones más le faltan para llegar a su destino, toma un microbús y se sienta, parece que por fin encontró la paz, recarga su rostro sobre el cristal rayado y mira como si fuera una vitrina a la vida y las calles que se van quedando atrás. Llega a su destino, baja del microbús y camina hacia su casa. Se detiene frente a la puerta, mira para todos lados, supervisando que no la siga nadie, que nadie se le acerque, con toda precaución abre su bolsa negra, la que tanto ha resguardado, busca las llaves y las encuentra, abre la puerta y entra. Los créditos aparecen sobre las imágenes de este recorrido

CORTE A