Alejandro Ramirez en el mar de nieve / Vancouver, Canada. Diciembre, 2008.
En el mes de marzo escribí que al igual que el Coronel Aureliano Buendia recordaba aquel dia en que lo habían llevado a conocer el hielo, yo recordaba como había ido a conocer la nieve. La novedad es que diez meses después la nieve ha vuelto y lo ha cubierto todo, nada existe, todo se supone esta debajo: las banquetas, los colores, las fachadas, los techos, los anuncios, los autos, las calles, las casas, la gente, los árboles, la bicicleta de Aram, los animales y también aunque nadie me crea, la playa. Desde hace días el mar muerto de Vancouver choca sus olas con trozos de hielo blanco que le prometen un pronto encuentro con la oscura arena de otros tiempos.
Así con ese recuerdo termina este año para mi.
En el periódico he leido que el año se termina con una crisis económica mundial provocada por Estados Unidos, que Israel ataca Gaza como respuesta a las agresiones que venía sufriendo, Cuba celebra 50 años de su revolucion con un Fidel Castro moribundo, el EZLN cumple 15 y lo celebra sin el Comandante Marcos, en México sigue la guerra contra el narco, en la India reconstruyen el hotel del atentado y Barak Obama descansa en Hawai antes de convertirse en Presidente de Estados Unidos.
Yo tengo por primera vez un Ipod, lo he llenado de las canciones que me gustan y cuando camino por las calles, subo el volumen, entonces me siento que yo también vivo debajo de la nieve, congelado, en pausa, protegido de todas las bombas, tiros, crisis y vacaciones; esperando que el sol de nuevos buenos tiempos llegue y me provoque volver a vivir.
El 2008 me regaló el tiempo que no tenía, amigos, una familia, un nuevo idioma, historias, experiencia, baile, cine, maestros, libros, música, conocimiento, salud, risa, comida, viajes y un deseo enorme de seguir.
Alejandro Ramírez