domingo, 26 de septiembre de 2010

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE, PUEBLA 2010


 
26 de septiembre de 2010,
7:00 p.m. / Teatro de la Ciudad, Puebla

Hay que darle su ilusioncita, que no solo de pan vive el hombre… así decía uno de los personajes que María Félix interpretó en una de sus tantas películas. Yo quiero creer que esa ilusioncita bien podría ser el cine: porque en él hemos vivido lo que nunca viviremos acá, de este lado de la pantalla: viajamos en el tiempo, vamos a países en los que jamás estaremos, porque nos quedan lejos o porque ni siquiera existen, con él hemos aprendido lo que es el amor, a odiar, a matar, revivir, pero también hemos reflexionado, criticado, y muchas veces ese cine ha dejado de ser cine para convertirse en un espejo en donde se han reflejado todas nuestras carencias.
Esta noche, hemos sido invitados a un Festival de Cine, y eso significa fiesta y celebración para ese al que han llamado séptimo arte. La cita es en la Ciudad de Puebla, capital de un estado por el que siempre hay que pasar. Hace 114 años los enviados de los Hermanos Lumiere pasaron por aquí para llegar a la Capital del país y presentar el nuevo invento francés que era capaz de capturar el movimiento, fue Puebla entonces una de las primeras imágenes filmadas en México, desde entonces somos muchos los que hemos venido a aquí para contar nuestras historias: Felipe Cazals recreó el horrible caso de unos estudiantes asesinados, en su película Canoa, Salma Hayek estuvo aquí para recrear Coyoacán e inclusive Paris, en su película titulada Frida, Roberto Sneider llevó a la pantalla un libro escrito en y para Puebla, Arráncame la vida, considerada en su momento una de las producciones más costosas y taquilleras, a mí se me ocurrió venir a recorrer los municipios para inventar el cielo, el infierno y el purgatorio para la cinta Todos Hemos Pecado, y últimamente, Jorge Fons tuvo como set esta ciudad para El atentado, y así la lista podría continuar.
Mi deseo esta noche es que sigamos viniendo a filmar aquí, pero sobre todo que los cineasta de este estado filmen su lugar, esta la que es su casa y nos la muestren con los ojos del que la habita, tal vez Puebla no será más Coyoacán, París, México, el cielo, será lo que es y lo será muy bien.
Entonces no solo vendremos para celebrar al cine del mundo, también festejaremos al cine Poblano, como comenzaremos a hacerlo en los próximos siete días en los que los organizadores sufrirán lo que significa crear un festival de cine, tal vez pensaron que solo había que poner películas y sentarse a verlas comiendo palomitas, y tienen razón, eso es parte, pero no es el todo, crear un festival significa mucho trabajo de organización, y mucho más trabajo para convencer a los gobiernos y patrocinadores de que un festival de cine bien vale la pena, porque además de una fiesta, es una oportunidad para todos, para encontrarnos, conocernos y reconocernos, para aprender y divertirnos, para mostrar a los demás lo que hacemos  y sobre todo para contribuir a que los seres humanos piensen por si mismos, decidan, imaginen y no solo vivan de ilusioncitas que nunca serán verdaderas.
A Puebla la queremos muchos. Yo además le estoy agradecido, porque me dio la oportunidad de comenzar… y a veces comenzar es lo más difícil, después viene el trabajar y ser mejor. Por eso les pido que comencemos esta historia con lo que al final de las películas esperamos los que las hacemos, con un aplauso que signifique GRACIAS por todo lo que ya es historia y por lo mucho que está por venir.
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Los festivales siempre se inauguran con una gran película, y aquí lo vamos a hacer con una que se volvió un clásico del cine mexicano: ¨Enamorada¨ dirigida por Emilio ¨El Indio¨ Fernández en 1946, protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz, cuya filmación en Cholula y la Iglesia de Santa María Tonantzintla, ha hecho que Puebla sea recordada por todo aquel que la ha visto alguna vez.
Y así como ¨Enamorada¨ ya forma parte de nuestra memoria cinematográfica,  esta noche debemos incluir también a este 1er Festival Internacional de Cine, Puebla 2010.
Buena suerte y que comience la función. 
Alejandro Ramírez

*Texto de Inauguración del 1er Festival Internacional de Cine, Puebla 2010.

domingo, 19 de septiembre de 2010

1985



Domingo diescinueve de septiembre del año dos mil diez, hace veinticinco años que un terremoto devastó mi ciudad, en la que nací, en la que vivo y en la que si todo sale bien, también me voy a morir. Esta ciudad horrenda que todos padecen, hermosa cuando la miras desde una esquina donde nadie te ve y donde a nadie le estorbas, una ciudad en donde parece que vivimos todos, los ricos, los más ricos, los pobres y los más pobres, una ciudad sobre un lago, azteca, española, mexicana, de todos y de nadie.

Con ese terremoto se terminaron las historias de muchos, se transformaron la de varios y la de otros como yo, solamente siguieron su curso.

Ya no es jueves diescinueve de septiembre, el calendario ya no presume su mil novecientos ochenta y cinco y tampoco es la hora de ir a la escuela. Yo no tengo 6 años y casi siete meses, ni mi uniforme azul con franjas rojas y blancas en el cuello, porque ese día ya estaba listo para ir a la escuela primaria, pero solo se me ocurrió correr y abrazar a mi hermana, hasta que la puerta de la recámara se abrió y pudimos salir.

Ese día estaba aprendiendo a escribir, comenzaba a conocer las letras, mi maestra era Leticia Tula García y mi escuela la Primaria Niño Jesús Guarneros, clave 21027, mis amigos eran Suzzete Alcantara Franco, Omar Sánchez Ballesteros, Adrián Hernandez Arredondo, Inga Alicia Díaz Gonzalez, Viviana Mendoza Cerdán y Roxana Munguía. Me gustaba jugar con el Tente, ese juego al que ahora llaman Lego, armaba romepcabezas, me gustaba ver las noticias y mirar películas mexicanas blanco y negro.

Veinticino años después, ya no utilizo uniforme, soy maestro, tengo pocos amigos, me han cansado los rompecabezas, ya no existen los Tentes, me siguen gustando los noticiarios y ahora hago películas a color. Estoy enamorado, mido un metro ochenta, soy obsesivo con el orden, no bebo alcohol, ni café, ni refrescos, me gustan los periódicos, vivo solo, tomo medicina cuando me levanto y también cuando me duermo, sueño poco, camino mucho, vivo en un cuarto piso, no tengo auto, me gustan los aeropuertos, hablo inglés (más o menos), leo, escribo, tengo cuenta en twitter, facebook, 8 mails, creo en Dios, rezo poco, se bailar, tengo mala memoria y quiero algún día ser reportero de guerra.

El tiempo se fue y el tiempo llega, es el único que se puede llamar eterno, a él no le importan los derrumbes, los cambios, las guerras, es indecente, constante, disciplinado y puntual. Hoy me ha dicho que ya se fueron veinticino años y me pregunta que haré en los próximos que estan por venir, no lo sé, como nunca supe que este día sería lo que ahora soy. Pero quiero imaginarme y por eso escribo, por si algun día vuelvo a leer este texto y me rio de las ilusiones que nunca se cumplieron, tendré cincuenta y seis años, estaré viejo, calvo, gordo, a lo mejor y tengo hijos, con suerte y hasta un nieto, habre viajado, trabajado, amado, llorado, sufrido, reido, gozado, padecido, habré aprendido y seguramente también me habré equivocado. No quiero morirme, quiero que esta vida me deje hacerme viejo, quiero ser testigo, quiero luchar, quiero irme a descansar cuando ya no tenga fuerzas.

Asi fui, asi soy y asi seré (tal vez). Hay cosas que nunca se derrumban, al contrario, crecen hasta que un día dejan de existir, sin que nadie se de cuenta. De la tristeza de aquella mañana con terremoto, hoy pocos se acuerdan, todo lo malo lo destruimos, lo levantamos y nos deshicimos de él. Nuevas construcciones crecieron sobre el escombro, los muertos son solo eso, muertos. Y la vida sigue acompañada por el tiempo, dejemos que pase, que se vaya y en su camino nos deje ser, para que así como hoy, tengamos algo que contarnos.