Mis pies aquel día que conocieron la nieve.
Al igual que el Coronel Aureliano Buendia,
estoy seguro que muchos años después
recordaré este día como aquel en el que fui a conocer,
no al hielo, sino a la nieve.
Al mundo lo miras desde varios puntos, el norte y el sur, ahora mi casa existe en el norte, en una ciudad a la que el sol nunca mira de frente, y el mar aunque existe, nunca es una presencia que nos invoque. La ciudad de Vancouver es desde hace una semana mi nueva casa, llegué justamente el día que empezaba a tener 29 años, antés había dicho que nadie podía morir sin haber volado y visto el mar, ahora debo sumar algo más: mirar la nieve. Ayer yo me encontré con ella por primera vez, subí una montaña, caminé un camino, sentí como caia del cielo y mis pies los plante en una nueva parte del mundo, la nieve es blanca, helada, inmensa, hermosa, solemne, ardiente, seductora...
Alex Ramirez en Cypress Mountain, Vancouver, BC.