viernes, 20 de febrero de 2009

treinta años

Yuri Gagarin, aquel día... "La tierra es azul" el lugar exacto no me acuerdo,
pero me dijiste: la vida solo se vive una vez y no importa si dura cien años,
pero solo se vive una vez. Eso dijiste, que él murió joven,
pero fue el primero en alcanzar el cielo, el primero...
la vida solo se da al que se entrega a ella, no estés quieto en un mismo lugar,
clavado en el tiempo, colgado en tu edad, has que cada segundo sea eterno,
enciende el misterio y en el último instante, piensa lo más lindo que hiciste una vez,
casi nada es la vida y lo es todo también...

fragmento del largometraje NADA
dirigido por Juan Carlos Cremata.


Hoy cumplí treinta años y he decidio que quiero cumplir muchos años más, hacerme viejo, enfermarme, cansarme, llorar, enamorarme la mayor cantidad de veces que pueda, escribir todo lo que se me ocurra y tirarlo a la basura después, filmar todo lo que sueño, pedir perdón por todo lo malo, que debe ser mucho, compartir todo lo bueno, que es otro tanto, besar, caminar, caminar y caminar, nadar debajo del agua, que aunque no termino de aprenderlo, lo seguiré intentando, cantar con más frecuencia, aunque sea bajito, para que nadie me escuche, comer, pero nunca solo, bailar, querer, leer más libros, los más que pueda, mirar, seguir mirando, despertar muchas mañanas y también muchas madrugadas, dormir lo más que pueda y vivir en la misma proporción, decirle adiós a las medicinas, en pocas palabras tratar por todos los medios posible e imposibles de ser feliz.

Hoy cumplí treinta años y comencé el dia celebrando, con los amigos que Vancouver me ha regalado, les di un abrazo, me dieron otro y nos prometimos un hasta pronto, pues la próxima semana será el tiempo de volver a casa.  

Hoy cumplí treinta años y recibi un regalo maravilloso, me lo envió un amigo al que hice mi hermano, Zony Maya, es un minuto de su vida y muchos minutos de la mía, voy a sumar a mis deseos el de volar y aterrizar. Son dos acciones que nunca se saben si son inicios o son finales, son solo tránsito. 

Alejandro Ramírez

martes, 10 de febrero de 2009

UN CUENTO

María de todos los santos
Para la que se murió el mismo día que nació.

A mi los hombres me han servido para dos cosas: para dar dinero y para dar placer. Y tú, ni lo uno, ni lo otro. Lo único que has sabido dar es lástima, y de esa ya hay mucha en este mundo. Siempre fuiste un avaro y hasta para esto escogiste algo común. Los hombres como tú deberían estar prohibidos, porque ser un ordinario ha de ser lo peor de este mundo. ¿No te da vergüenza cuando me miras? Debo ser como un espejo en donde se reflejan todas tus carencias, porque yo no soy culpable de ser quien soy, simplemente existo. Me hubiera gustado ser fea como las demás, ser una tonta agachona o una crédula cualquiera, pero no, la misma vida se encandiló conmigo y mira lo que me hizo: la mujer más bella de este chiquero, más viva que cualquier politiquillo sindicalero e incrédula hasta cuando rezo. Por eso te digo lo que te digo, porque tampoco he sido muda, tengo boca y la sé utilizar; de ella no salen más que besos para el que me conviene o gritos para el que se me pegue la gana. La abro cuando quiero y la cierro cuando digo hasta aqui. Y tú hasta aqui llegaste, ni tus flores coloradas, ni tus poemas rimosos, ni tus cancioncitas melosas que ya las canta cualquier merolico van a convencerme. Para tenerme hace falta mucho más que amor, ese se consigue en cualquier esquina y yo lo último que tengo  es vocación de mujer del pueblo. Si a mi no me concibieron los ángeles fue porque no deje que me tocaran con sus manitas puercas, a mi me hizo mi madre en un día de tantos que se quiso dar el lujo de parir una reina. Ese día me hizo a mi, la única entre las únicas, la irrepetible, a la que le pusieron nombre de virgen y el corazón de un macho. Lo imperdonable fue no haberme dado un reino, porque lo único que me heredo fue un par de ojos hermosos que nunca miran para abajo y hoy no me sirven más que para ver el suelo, porque después de esto ya no hay más abajo, ni tampoco a quien mirar. Mejor vete, déjame en paz, si es que aqui se puede estar en paz, con tanto grito y tanta chilladera. ¡Pues no que muy valientes! Porque no les dices que se callen, que cuando yo hablo todos me escuchan, así fue, así es y así será. Tanto estuviste friegue y friegue con que me querías y ahora que ya estoy aqui te arrinconas como apestado. Andale pues, ven, siéntate donde puedas, traéte un trago para que te pongas suavecito, que no vine aqui para sufrir, eso es lo único que no me he permitido y aqui no va a ser la primera vez. Te quiero confesar algo, y te lo cuento porque en el fondo tú y yo nos entendemos bien, a los dos nos cortaron con la misma tijera, a mi me gusta tu fama de cabrón y a ti te gusta mi pinta de guerrera, porque esto soy yo, una guerrera que libra mil batallas, aunque esta de la vida me la ganste tú. Sí, estoy muerta, pero te advierto que nomás se me murió el cuerpo, el espíritu sigue y seguirá dando guerra, aqui mismo en el infierno sentada frente a ti, mirando que resultaste como todos, serás muy el diablo o lo que quieras, pero te gana lo macho, no pudiste con lo que se te remueve ahi dentro, ahora resulta que también me quieres, pinche diablo enamorado, si te vieran allá arriba ya te hubieran hecho santo.

Alejandro Ramírez.
Mexico, 2006.