soy isla asida al tallo de los vientos...
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
puedo volar o hundirme...
Dulce María Loynaz
La Habana sigue donde siempre ha estado, el mar inmenso en un constante choque con ese malecón que lo resiste todo, una y otra vez, otra vez y una. Por las noches se llena de ganas y yo le sume las mías.
Regresé a Cuba, después de cinco año de haber estado ahi por primera vez, volví al malecón para darme cuenta que él seguía igual y yo ya no era el mismo. Volví a caminar por sus calles, caminé kilometros y recordé aquella frase que me dijo un maestro cubano: "la Habana es hermosa, se esta cayendo, pero es hermosa".
Conocí a Romelia, una vieja de más de 80 años que todas las noches recorre el malecón de un lado a otro para vender maní. Una noche, me regaló un paquete, me dijo que me lo comiera, que el maní era muy rico y se fue. Lo que no se fue, fueron las ganas mirar el mar con alguién, pero estaba otra vez, como siempre he estado, sólo. Sólo con un cucurucho de maní.
Conocí también a Anilec, Rebeca y Alberto, pero ya eran mis últimas horas en la isla, que lástima que el tiempo dure tan poco, tengo ganas de volver, tal vez lo haga, ahora todo depende del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y que Todos Hemos Pecado les gusté tanto que la seleccionen en su programación, si es así volveré muy pronto.
Alejandro Ramírez